No lo puedo explicar, pero cada vez que estoy cerca de ti suceden cosas maravillosas, esa sensación de bienestar me invade y hace renacer en mi la ilusión de vivir, de disfrutar los años que me quedan de vida, no se cuantos serán, pero si tengo la certeza de lo lindo que resultarán.
Hoy volví a aspirar ese aroma que emana de ti, esa fragancia que convierte el aire en uno de los elementos indispensables para mantener el oxígeno en mis pulmones y con ello el latir, muchas veces desbocado de mi corazón, el cual te pertenece no sé desde cuándo.
Esa voz tan melodiosa que me parece el repiquetear de las campanas o bien el canto de las aves, esos pajarillos hermosos que cada mañana se asoman por mi ventana para despertarme y anunciar otro bello día que me regala el Señor.
O bien, ese toque apenas perceptible del saludo, pero que me hace sentir el calor de tu cuerpo, el estremecimiento que me produce, como si fuera yo un adolescente, que todavía se ruboriza ante el contacto físico de una hermosa mujer.
Y que decir de tu sonrisa, esa que es capaz de iluminar al mismo sol y que convierte cualquier tristeza o pesar en alegría, porque tiene la chispa suficiente para iniciar incluso una estela que sólo se compara a la del Kohutek.
La verdad es que con tantas cosas tuyas, no puedo negar lo evidente, eres toda una reina y te mereces lo mejor de esta vida y qué más quisiera, ser parte de ti.
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